Hay quien dice que el nombre hace a la persona (o a la cosa). En el caso de Los Mejillones Tigre no podía ser más acertada esa hipótesis: cualquiera que desconozca el homónimo plato gallego podría pensar que es un híbrido imposible, una perversión interespecífica.

Igualmente, quien no haya visto un directo de Los Mejillones Tigre puede pensar que cumbia, garage, boogaloo y psicodelia en un mismo set puede ser un mejunje poco consistente; pero los jiennenses consiguen de esa mezcla una masa uniforme y sabrosa, rebozada en sutil sarcasmo y con una pizca de gamberrismo, que hace de esta banda algo no solo único, sino también necesario.

Su primer LP, Tropical y Salvaje, irrumpió a finales de enero de 2020, despertando grandes críticas en prensa (Jenesaispop, Mondosonoro o Ruta66), pero el aciago año se tragó su puesta de largo en la escena nacional. En 2021 se lanzaron al estudio de Carlos Díaz para grabar dos sencillos, Ayahuasca y El Gato Negro, dos zarpazos de cumbia y psicodelia con los que Los Mejillones Tigre marcan su territorio.

El próximo febrero, la banda vuelve al estudio granadino para dar forma a los temas que compondrán su segundo LP y que podrán degustarse en los primeros meses del año. Un nuevo rastro de ritmo y alma que perpetúa el crecimiento y desarrollo de esta alimaña de los escenarios.